Allí en ese recóndito lugar del ser humano, donde surge el amor, donde el cariño comienza a asentarse, hasta doler, una voz, unas notas, la paz del silencio, la nocturna penumbra de una noche estrellada... y un canto que anuda la garganta... te quiero tanto... pero tanto tanto.. tu sábes...
Un mar en calma y el sutíl planeo de una gaviota, dibujádose en la luna... te quiero tanto... pero tanto...tu sabes.
No existe final, sino principios concatenados, ciclos que declinan para hacer crecer al ser humano, eclosionando en su interior la única fuerza para mover la vida, el amor y es que ... te quiero tanto... tanto... tu sabes.
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A ti, que surgiste de la costa donde nace el viento y aún así, conoces el duro frío y las nieves del invierno.
A ti que eres calma y puro temperamento, que haces respirar en tu diálogo sosiego. Que aún con tus experiencias, regalas paz haciendo surgir una emoción, perteneces a un género humano en peligro de extinción, que contagias un optimismo donde tu sonrisa es la inyección.
A ti, Inma, porque desde donde tu das, humildemente hoy te quiero regalar, lo que celosamente guardo siempre muy dentro de mi, un trozo de música, un fragmento de una historia, un momento de alguien que la vida no le permitió una escapatoria.
Y en este cuento que día tras día, se desarrolla, lo más importante es siempre aquí y ahora.
El ser humano sin ser dueño de nada, es poseedor del momento. Gracias por esos magníficos instantes, repletos de magia.
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Caruso estaba enfermo de cáncer de garganta y sabía que tenía los días contados pero eso no le impedía dar
lecciones de canto a una joven de la cual estaba enamorado.
Una noche de mucho
calor no quiso renunciar a cantar para ella que lo miraba con admiración, así
que, aún encontrándose mal, hizo llevar el piano a la terraza que daba al
puerto y empezó a cantar una apasionada declaración de amor y sufrimiento.
Su
voz era potente y los pescadores, oyéndole, regresaron al puerto y se quedaron
anclados bajo la terraza. Las luces de las barcas eran tantas que parecian
estrellas o quizás las luces de los rascacielos de Nueva York... Caruso no
perdió las fuerzas y siguió cantando sumergiéndose en los ojos de la muchacha
apoyada al piano.
Esa noche su estado empeoró. Dos días más tarde, el 2 de
agosto de 1921, moría en Nápoles. Esta canción narra el drama de esa noche...
con luces y sombras del pasado... con muerte y vida... un hombre enfermo que busca en los ojos de la
muchacha un futuro que ya no existe... un testamento de amor... este fue su último
concierto... y este fue su excepcional público... el mar, las estrellas, los
pescadores, las luces de las barcas y su amada.
Qui dove il mare luccica
e tira forte il vento su una vecchia terrazza davanti al golfo di Surriento un uomo abbraccia una ragazza dopo che aveva pianto poi si schiarisce la voce e ricomincia il canto. Te voglio bene assaie ma tanto tanto bene sai è una catena ormai che scioglie il sangue dint'e vene sai³. Vide le luci in mezzo al mare pensò alle notti là in America ma erano solo le lampare* e la bianca scia di un' elica. Sentì il dolore nella musica, si alzò dal pianoforte ma quando vide la luna uscire da una nuvola gli sembrò dolce anche la morte. Guardò negli occhi la ragazza, quegli occhi verdi come il mare, poi all'improvviso uscì una lacrima e lui credette di affogare. Te voglio bene assaie ma tanto tanto bene sai è una catena ormai che scioglie il sangue dint'e vene sai. Potenza della lirica dove ogni dramma è un falso che con un po' di trucco e con la mimica puoi diventare un altro. Ma due occhi che ti guardano così vicini e veri ti fan scordare le parole, confondono i pensieri. Così diventa tutto piccolo, anche le notti là in America, ti volti e vedi la tua vita come la scia di un'elica. Ma sì, è la vita che finisce, ma lui non ci pensò poi tanto anzi si sentiva già felice e ricominciò il suo canto. Te voglio bene assaie ma tanto tanto bene sai è una catena ormai che scioglie il sangue dint'e vene sai |
Aqui donde el mar resplandece
y sopla fuerte el viento sobre una vieja terraza frente al golfo de sorrento. Un hombre abraza una muchacha después que había llorado
luego
aclara la voz
y da comienzo el canto... Te quiero mucho, sabes
pero tanto, tanto, bien lo sabes.
es una cadena ahora
que funde la sangre en las venas,
sabes.
El vio las luces en el mar
pensó en las noches, allá en América
pero no eran más que las lámparas
y la blanca estela de una hélice.
Sintió el dolor en la música,
se levantó con fuerza del piano,
pero cuando vio salir la luna tras una
nube,
le pareció dulce incluso la muerte.
Miró los ojos de la muchacha,
esos ojos tan verdes como el mar,
luego de improviso salió una lágrima,
y creía que se estaba ahogando...
Te quiero mucho, sabes
pero tanto, tanto, bien lo sabes.
es una cadena ahora
que funde la sangre en las venas,
sabes.
La fuerza de la lírica,
donde cada drama es un engaño,
que con un poco de maquillaje y la
mímica,
puedes convertirte en otro.
Pero, dos ojos que te miran,
tan cercanos y de verdad,
te hacen olvidar las palabras,
confundiendo el pensamiento.
Así que todo parece tan pequeño,
también las noches allá en América,
miras atrás y ves tu vida,
como la estela de una hélice.
Más, si es la vida la que se acaba,
sin embargo, él no lo pensó tanto,
por el contrario se sentía muy feliz,
y comenzó de nuevo su canto.
Te quiero mucho, sabes
pero tanto, tanto, bien lo sabes.
es una cadena ahora
que funde la sangre en las venas,
sabes.
Te quiero mucho, sabes
pero tanto, tanto, bien lo sabes.
es una cadena ahora
que funde la sangre en las venas,
sabes.
que funde la sangre en las venas,
sabes.
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Becky, la canción la escuchado muchas veces en la voz increíble de Andrea Bocelli y digo que es excepcional, y más al saber en qué se cimenta.
ResponderEliminarQuisiera compartirla si permites. Tal vez repercuta en algún otro corazón.
Mi apreciado Juan, como siempre un placer, precisamente la musica es para eso... para compartirla. Un fuerte abrazo para ti.
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