Hoy
he querido reservar este espacio muy especialmente para tí, Inma.
Sí,
como su nombre indica, la vida en sí es un encantamiento, donde momentos,
hechos, personas..., en un mágico ritual, nos hacen verla desde otra
perspectiva.
Esta pieza instrumental con la que me obsequiaste hace algún tiempo, ha llegado a ser tan especial como tu amistad, y en cierta forma, me agradaría hacerte llegar, lo que al escucharla sentí aquel día.
Me
emocionó conocer a alguien con esa sensibilidad para una melodía y al compartir
escasos momentos, comprobé que era cierto, que las notas solo eran el colchón,
donde lleno de nobleza tu corazón, viajaba por el universo. Y pude
respirar tu paz y tu calma, entonces comprendí que la música, también era el
alimento de tu alma.
Y
con la misma importancia que tienen los silencios en una partitura, los tuyos
dijeron más que muchas palabras, silencios cómodos, pausados, educados,
colmados de valores.
Conocerte
Inma, implica que una persona puede volver a creer en los cuentos de hadas y
duendes, en las místicas noches de reyes, en la magia, porque son las personas
como tu, camufladas entre todos los seres humanos, las que hacen desde su
cotidianeidad, que otras vidas tomen sentido.
Nos
podremos tropezar con un diamante en el camino, unos solo verán de él un trozo
de cristal, otros la fuente para enriquecerse, yo deseo ver el prisma que
descompone la luz en los colores más variados, capaces de alegrar e iluminar
una existencia.
Inma,
con un afecto muy especial, y mi gratitud por ser tu ese diamante, espero que
te agrade mi humilde interpretación, de la pieza que aquel día, tú me
regalaste.
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