Francia, los campos elíseos, los bohemios artistas dibujan en la calle inspirados por la melodía de los acordeones que riegan con sus notas nostálgicas el ambiente.
Amelí, una chica que ha sido criada, bajo la tutela de un padre disciplinado, cuyo corazón se le aceleraba ante su presencia, y éste lo interpretaba como dolencia cardiaca, haciendo crecer a su hija bajo una extremada protección.
Cuando Amelí se independiza, únicamente le atormenta una idea, le aterroriza un solo pensamiento "enamorarse" tal vez por el pánico a ser dañada, sin embargo hay algo en ella que le hace sentir que tiene que ser bonito.
Su inconsciente idea, le hace volcarse en fraguar la felicidad de los demás, con detalles rodeados de misterio, es la forma de autosatisfacer ese inmenso mundo de amor que lleva dentro de sí, aunque en realidad sabe que ...... hay algo más.
Llega a confesarle a un amigo, un anciano, -con huesos de cristal- pintor, que se siente como uno de los personajes de su cuadro; el anciano, a través de la modificación de su lienzo comienza a despertarla, a darle vida al personaje, subliminalmente diciéndole que no puede seguir siendo espectadora de la escena, sino protagonista.
Utilizando la misma táctica de misterio que ella, el anciano le indica que tiene que usar su corazón, ¿de que sirve vivir con un corazón intacto? (él le dice) -como el mío- que se quebrará como mis huesos, como el cristal, sin haber amado, sin haber sabido amar. Él le aconseja...... -utiliza el tuyo- y no tengas miedo de que lo puedan dañar...... es más cruel morir sin haberlo podido usar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario