viernes, 8 de agosto de 2014

LA DONNA E MOBILE (opera Rigoletto) Giuseppe Verdi (2002)

La Donna e Mobile (De la Opera “Rigoletto” Giuseppe Verdi

   Drama en tres actos, con música compuesta por Giuseppe Verdi (1813 -1901), basada en la obra teatral "Le Roi s'amusse" (El rey se divierte) de Víctor Hugo. La acción se desarrolla en Mantua (Italia), durante el siglo XVI


ACTO I.- Con la música de una banda fuera de escena, una música ligera a propósito para una reunión festiva, se alza el telón, mostrando el palacio del Duque. Éste, en conversación con Borsa, hace mención de la última muchacha en la que ha puesto los ojos, y cuyo nombre desconoce. Manifiesta su actitud despreocupada, carente de respeto, hacia las mujeres: "Questa o quella" (¡Ésta o aquélla!). La banda interpreta un minueto y el Duque baila con la Condesa Ceprano, a la que también ha estado cortejando.

   Marullo comunica ahora a los cortesanos un sorprendente descubrimiento: el feo bufón jorobado de la corte tiene una amante. Ahora entra Rigoletto y se mofa del Conde Ceprano, cuya esposa es abiertamente cortejada por su señor. Tiene lugar ahora un gran concertante en el que todos manifiestan su regocijo, pero Ceprano promete vengarse. Aparece de repente Monterone, un noble a cuya hermana también ha seducido el Duque, el cual permite que también Rigoletto se mofe de Monterone y después ordena su arresto. Monterone maldice a Rigoletto y lo sigue haciendo hasta que lo sacan de escena. Mientras y para todos los demás la fiesta continúa. 

   Un cambio de escena muestra a Rigoletto volviendo a casa cuando comienza a anochecer. La maldición de Monterone le tiene preocupado. Se le acerca un asesino profesional, Sparafucile, que le ofrece sus servicios y le explica sus métodos. Rigoletto le dice que no lo necesita, por ahora. Cuando Sparafucile se marcha, Rigoletto piensa en su propia miserable situación. También él es un asesino a sueldo, salvo que usa su burlona lengua en vez del puñal "Pari siamo" ("Somos iguales").

   Al entrar en su casa, Rigoletto encuentra a Gilda. Gilda es su hija y no, como Marullo había dicho a los cortesanos, su amante. Viven en este lugar desde hace tres meses, pero Rigoletto la ha tenido muy bien guardada. Ahora el bufón vuelve a decir a Gilda que no debe salir más que para ir a la iglesia. Le habla también de su madre, manifestando una pena que Gilda trata de consolar. Finalmente, Rigoletto advierte severamente al ama, Giovanna, que no abandone a Gilda ni un solo momento. 

   El Duque ha llegado ahora, sin ser visto. Gilda es su nueva: conquista, y es en este momento cuando se da cuenta de que es la hija de Rigoletto. Cuando Gilda, que oye ruido afuera, abre la puerta, el Duque se desliza, en la oscuridad, hasta el jardín, soborna a Giovanna y se oculta. Antes de marcharse, Rigoletto canta un emotivo dúo con Gilda y de nuevo encarga a Giovanna que cuide de su hija. 

   Gilda confiesa ahora a Giovanna que se siente cautivada por un joven que ha visto en la iglesia: es el Duque, que ahora aparece y le declara su pasión; juntos cantan: "E il sol dell'anima" ("El sol del alma es el amor"). El Duque dice a Gilda que es estudiante y que su nombre es Gualtier Maldè. Afuera, se ha reunido un grupo de cortesanos - se oyen las voces de Ceprano y Borda - que planean el rapto de la que suponen es la «amante» de Rigoletto.    

   Después de una apasionada despedida de Gilda, el Duque se marcha. Gilda, sola, repite una y otra vez el nombre de Gualtier Malle deleitándose en él: "Caro neme" ("Nombre querido"). Sin dejar de pronunciar el nombre de su amado, entra en la casa por una escalera exterior. Los cortesanos la ven desde fuera y quedan maravillados de su belleza. Ya es de noche, Rigoletto se acerca a los cortesanos; éstos le dicen que van a raptar a la esposa de Ceprano, y Rigoletto se une a ellos. Con el pretexto de enmascararlo, los palaciegos le vendan los ojos. Tiene lugar ahora un coro, de sorda excitación, mientras que Rigoletto, con los ojos vendados, coloca una escalera en la tapia de su propio jardín, siguiendo lo que le dicen los cortesanos, quienes penetran en el recinto y raptan a Gilda antes que Rigoletto, ya demasiado tarde, se dé cuenta de lo que ha sucedido. Cuando entra en su casa y comprueba que Gilda no está en ella, recuerda, lleno de angustiosa zozobra, la maldición de Monterone: "Ah, la maledizione!"

ACTO II.- De nuevo en el palacio del Duque, quien se muestra desconsolado porque al volver a casa de Rigoletto no ha encontrado en ella a Gilda (Los raptores no habían contado con el Duque); canta su gran pasión por Gilda: "Parmi vedar le lacrime" ("Me parece ver sus lágrimas"). Entran entonces los cortesanos y dicen que han raptado y traído a palacio a la "amante" de Rigoletto. El Duque se da cuenta de que se trata de Gilda y se marcha a verla.

   Entra Rigoletto, vestido de bufón, pero hundido por la angustia. Llega un paje diciendo que el Duque está ocupado, dando a sus palabras un evidente doble sentido. Rigoletto siente la tremenda violencia de su dolor: "Tendré a mi hija". La palabra "hija" pasma a los presentes, a los que Rigoletto grita: "Cortigiani, vil razza". Después su furia se suaviza en el ruego de que le devuelvan a Gilda, su hija. Gilda entra ahora. Rigoletto manda salir a los cortesanos. Gilda cuenta a su padre lo que ha venido ocurriendo: "utte le teste al templo" ("Todos los días festivos, en la iglesia"), Rigoletto consuela a su hija. En ese momento, Monterone, conducido por soldados, cruza la escena. Al ver a Rigoletto dice que su maldición ha sido en vano. Y el bufón ahora planea vengarse del Duque, no sólo por lo que ha ocurrido con Gilda, sino también por Monterone. En el dúo: "Si, vendetta", Gilda pide a su padre que perdone al Duque, pero Rigoletto se niega.

ACTO III.- Sparafucile está en una posada en la que su hermana Magdalena actúa como señuelo para robar y asesinar. El Duque, dentro del local, es observado por Rigoletto y Gilda, a la que su padre ha traído para que compruebe por ella misma qué clase de hombre es realmente el Duque. Este ahora pregona lo que es su regla de vida: "La donna e mobile" ("La mujer es mudable"). Sparafucile sale de la posada y pide a Rigoletto órdenes sobre lo que ha de hacer con el Duque, a quien ha traído allí siguiendo las instrucciones del bufón. Sigue a esto un cuarteto: en el interior, el Duque corteja a Magdalena, que afecta resistencia, pero que en realidad se siente atraída por el galán, en tanto que Gilda y su padre lo están viendo a través de la ventana.

   Rigoletto, pensando que la ciudad será peligrosa cuando se haya cumplido la muerte que proyecta, dice a Gilda que se vaya a casa, se vista con ropas de hombre y marche a Verona. La muchacha obedece, bien a su pesar. Rigoletto contrata con Sparafucile la muerte del Duque, cuyo cuerpo será después metido en un saco y arrojado al río y le dice que volverá a medianoche. Estalla una tormenta, Magdalena muestra al duque el camino para subir a la habitación en la que pasará la noche. Desciende de nuevo a escena y ruega a su hermano que no dé muerte al joven ("Es un Apolo") y que en su lugar mate a Rigoletto, sugerencia que Sparafucile rechaza indignado como impropio de un honesto asesino contratado por un cliente. Pero acepta que el Duque sea sustituido por cualquier otro varón que se presente allí antes de medianoche. Gilda, vestida con traje de varón, ha vuelto, y está fuera de la posada; llama a la puerta y entra. Lo que ocurre en la casa en medio de la tormenta y la oscuridad queda remitido a la imaginación de los espectadores.

   La tormenta ha cesado. Rigoletto entra en escena cuando están sonando las campanadas de la medianoche; recibe de Sparafucile un saco conteniendo un cuerpo humano y va, exultante, a arrojarlo al río. De pronto se escucha desde el interior de la posada, una voz, la del Duque, entonando su inconfundible canción: "La donna e mobile". Horrorizado, Rigoletto abre el saco y descubre el cuerpo de su hija, aún agonizante. Gilda le pide perdón por su desobediencia, y muere. Con un agudo lamento de Rigoletto, que recuerda la maldición de Monterone, termina la ópera.

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La mujer es voluble, cual pluma al viento,
cambia de palabra y pensamiento.
Siempre su amable, hermoso rostro,
en llanto o risa, es engañoso.

La mujer es voluble, cual pluma al viento,
cambia de palabra y pensamiento.
y de pensamiento, y de pensamiento.
¡Siempre es desgraciado quien en ella confía,
quien le entrega, incauto el corazón!

¡Pero aun así, no se siente plenamente feliz
quien de su pecho no beba amor!
¡La mujer es voluble, cual pluma al viento,
cambia de palabra y pensamiento
y de pensamiento, y de pensamiento!

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La donna è mobile
qual piuma al vento,
muta d' accento - e di pensier.
Sempre un' amabile leggiadro viso,
in pianto o in riso,
è menzognero.

La donna è mobile
qual piuma al vento,
muta d' accento - e di pensier!
e di pensier!
e di pensier!

È sempre misero
chi a lei s' affida,
chi le confida - mal cauto il cor!
Pur mai non sentensi
felice appieno
chi su quel seno - non liba amor!

La donna è mobile
qual piuma al vento,
muta d' accento - e di pensier
e di pensier
e di pensier!

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